Por fin cae la lluvia y baja un toque la temperatura, si por fin junto a la noche.
Abrir a pleno las ventanas, bajar la luz, mejor porque no apagarlas. Servirme algo fresco para tomar con o sin graduación alcohólica, no importa, y “solo”.Buen clima ya para poner un disquito a un volumen razonable de buena música tranqui porque no, algo sombrio, melancólico, suave pero por eso no débil, de melodías clásicas que a su ves suenen modernas, la cual me pueda crear atmósferas infinitas mas allá de la oscuridad. Es momento para escuchar un disco de Tenhi, elijo Kauan cosecha 1999.
Comienza a abrirse un telón de ramas frescas con una sombra justa para la lente, percibo un arroyito cerca y también una guitarra acústica la cual me acerca a la tierra y a lo terrenal veo las montañas frías a través de los árboles, el bajo casi imperceptible pero claro se me asemeja a la bruma o a la niebla que esconde por momentos la piedra del lago, ahí aparece el piano que con un simple toque puede hacer volar la montaña y que al mismo tiempo sus tonos pueden ser tan agradables como las gotas de agua que caen de las hojas de los árboles. Empiezo a sentir los aromas del lugar traídos por un viento calmo al sonar de flautas, oboes y cuernos, llego a percibir los olores a humedad mezclada con vegetal, perfume de resinas y azares ricos. Las percusiones pacificas y tranquilas atinan y comandan el latir propio y mi pulso pasa hacer parte de este escenario. Se suman unas melodías lentas y agradables ejecutadas por violines y chelos los cuales me dictan ganas de levantar las manos e inclinar mi cabeza hacia el cenit, ver oscuras nubes surcar el cielo que dejan paso a algunos rayos de sol, que se internan entre las ramas de los árboles marcando hilos dorados hasta el suelo. Escucho atento una vos lejana, me acerco y se me aclara como una plegaria ferviente y humilde que mas que pedir, trasmite: tiempos de verdadera belleza pura, cosas arcaicas pero presentes en paisajes quizás mas fríos. Todo en conjunto me pinta el cuadro perfecto, los colores, texturas las luces y las sombras, la envidia del pintor novato. Me falta ponerle un marco, pero se que si lo voy a buscar lo pierdo por completo. Termino en descanso junto a los tonos de un piano y un violín dulce pero no empalagoso.
Cada ves que escucho un disco de Tenhi es como que viajara a Finlandia no les quepa la menor duda.
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