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La vida es difícil, todo se nos hace terriblemente pesado, jodido… y eso duele, por eso me viene justo como fondo poner la placa “Eulogy for Evolution” aunque no sea fácil, por esa misma razón de que el vivir duele… y eso molesta… y mas aun experimentando las atmósferas minimalistas cargadas de dramatismo que este islandés Olafur Arnalds imagino y procreo en esas tundras solitarias, teniendo seguramente en cuenta eso, que la vida apesta.
Con este combo hay dos posibles, quedas tirado e incapacitado en posición fetal y con suerte volves a materializarte cuando la música culmina, o en cambio te la das simplemente de superado y no entendes claro esta, nada de nada.
Exagero? Puede que si como que puede que no…
Mas allá de los estados de ánimo, míos o de cualquiera, esta obra es disfrutable independientemente de eso.
Es música, es arte y cuando esto esta tan bien logrado como en este caso, es obvio que transmite cosas.
Como siempre me voy por las ramas…
La cosa es que a Olafur Arnalds muchos lo relacionan con Sigur Ros tanto por compartir terruño como por sonido. A mi me recuerda a un Matthew Cooper (Eluvium) por el lado ese de decir muchas cosas a través de la música simplista, clásica, porque en realidad no deja de ser eso un disco de música clásica cargada de mucho sentimiento y donde sus principales instrumentos son el piano, violín, cuerdas, cello, y con algún que otro toque esporádico de guitarras eléctricas, y baterias.
Que estas comparaciones sean un “elogio para la evolución” tanto para este arte de combinar sonidos de instrumentos como para este proyecto unipersonal de Olafur Arnalds.
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